Israel en Egipto

Ayer fui a escuchar una obra de Handel que se llama "Israel en Egipto" y me volví a enamorar de la música y llegué a la conclusión aplastante que soy totalmente Barroca. 
Handel me apasionada, todas sus obras, su música, su dulzura y sentimiento. Me desarma absolutamente.
¿Y qué decir de Pachelbel? Creo que hablar de él sería repetirme.

Pues ayer fui al concierto en el que mi señora madre cantaba y Fernando María dirigía. Ya anteriormente había escuchado la dirección de su batuta, y creo que más de una vez he cantado dentro de alguno de sus proyectos, así que he decir que me gusta bastante. Le transmite fuerza, sentimiento y dulzura... aunque con Handel ¿Quién no puede ser dulce?

La obra de Israel en Egipto cuenta el Éxodo de El Viejo Testamento, que narra como los Israelitas huían de Egipto con la ayuda de Moíses. Si, la obra va de la película de El Príncipe de Egipto y no, esa no es de Disney. Por si lo creías...
Esta maravillosa obra de Handel está creada para dos coros y una orquesta pequeña (Violines, Violas, Cello, Clavecín, Oboe, Fagot y Percusión), además de solistas (Tenor, Bajo, Contralto y Soprano). Estaba dividida en el Coro de escenario que participaban Musicantes de Mallorca (dirigido por Irina Capriles. Sí, es mi madre) y Academia 1830 (Dirigido por Fernando Marina) y el coro extra era el Orfeo Ramón Llull que también lo dirige mi madre. Aunque en el concierto que tuvo la batuta fue Fernando. 

He de decir que se parece mucho al Messias, en muchas piezas y en Arias. Había momentos que me sentía teletransportada al Messias pero evidentemente... no. 
La melodía era muy dulce, llena de sentimiento e increíblemente tierna, algo que chocaba mucho con la crueldad de la letra. Porque después de todo no fue bonito el éxodo... 

Los solistas increíbles, aunque la Soprano y la Contralto en su duo no quedó del todo bien. Quizás sea por su voz o por el estilo de cada una, pero no me terminó de gustar, a pesar que ambas eran muy buenas individualmente y cuando tenían que cantar al lado del Tenor o el Bajo brillaban. Así que diría que es más una cuestión de estilos... 

Los coros brillantes. Perfectos. Dulces y afinados, entrando cuando tenían que hacerlo y cantando con el alma puesto en ello. Sublime.

Y la orquesta... ¡buf! Me encantó. Los violines increíblemente suaves, tiernos y con precisión, en ningún momento que llegó a parecer estridentes y cuando menos me lo esperaba, me arrastraban de mis pensamientos y me hacían volver a concentrarme en la música.

¿Qué puedo decir? Simplemente increíble. 

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